Hablar de dificultad en videojuegos suele ser un tema un tanto polémico. Hay quienes consideran que los mejores juegos son aquellos que exigen a sus jugadores que den lo mejor de sí mismos, a través de mecánicas complejas, buenos reflejos, o enemigos y jefes difíciles de derrotar. También están los que consideran que un buen juego es aquel que es más suave en su contenido, en donde los jugadores pueden relajarse y disfrutar tranquilamente de elementos como la historia, escenografía, soundtrack, entre otras cosas. Ambas posturas tienen algo de razón, ya que un videojuego sin ningún tipo de reto, puede llegar a aburrir; así como también lo haría aquel juego que no te da un segundo de descanso.
Al mencionar videojuegos difíciles, quizás algunos recuerden juegos retro como Battletoads o Ghosts ‘n Goblins; otros mencionarán entregas más recientes como Undertale o Dark Souls, sin embargo, podemos notar que las razones por las que estos juegos se consideran difíciles, es diferente en cada caso. Si hablamos por ejemplo de Super Mario Bros.: The Lost Levels, está claro que la dificultad es intencional por parte de los desarrolladores, debido al diseño de niveles; en otros como Superman 64, la dificultad se debe a los terribles controles.
Del otro lado del campo tenemos los juegos considerados como fáciles, antes los cuales podemos pensar inmediatamente en Pokemon o Kirby, los cuales no suelen ser conocidos por la exigencia al jugador, pues proveen al jugador de abundantes recursos, enemigos con patrones fáciles de memorizar, y puzles sencillos (claro, con sus excepciones). Algunos otros videojuegos optan por proporcionar al jugador un selector de dificultad, cuidando de la accesibilidad al permitir a un mayor número de jugadores disfrutar de las entregas.
Al analizar todo lo anterior, muchos pueden darnos cuenta que la dificultad general en los videojuegos ha disminuido con el pasar de los años, ya que, si analizamos la cantidad de juegos considerados “difíciles”, veremos que la mayoría pertenecen a las primeras generaciones de consolas. Sin embargo, ¿Es esto verdad? ¿Se han vuelto más fáciles? Antes que nada, es necesario entender que la industria de los videojuegos es justamente eso, una industria. Su fin principal es el de generar ingresos a través del desarrollo y distribución de entretenimiento, por lo que es natural que su modelo de negocios cambie conforme el mercado lo hace.
En la década de los 80s y 90s, una gran cantidad de jugadores se reunía en torno a las máquinas de arcade, en donde se solía pasar el tiempo intentando llegar lo más lejos posible con una sola moneda, o bien, alcanzar el mayor puntaje. Era, por tanto, beneficioso para los dueños de las arcades el que un jugador tuviera dificultades a la hora de avanzar dentro de un juego, lo que llevaba a las desarrolladoras a crear y diseñar videojuegos que en ocasiones parecían incluso injustos con el jugador, plagando la pantalla de enemigos, aumentando el ritmo de juego de forma descomunal, limitando los power-ups, entre otras cosas. Con el paso de los años, la tendencia en el mundo del gaming pasó a estar en las consolas caseras y portátiles, desplazando a las arcades. Esto significó un cambio importante para la industria, pues ahora al crear videojuegos con los elementos antes descritos, generaban una sensación de frustración en los jugadores, quienes ya no se veían limitados por las fichas y podían intentar un sinnúmero de veces, después de todo, “siempre puedo intentarlo mañana”.
Es entonces cuando el desarrollo se enfocó más en la accesibilidad, de manera que sus juegos resultaran atractivos para la mayor cantidad de personas posibles, permitiendo que tanto aquellos veteranos de los videojuegos, como aquellos que recién empiezan, pudieran encontrar diversión al jugar. Ahora la dificultad la encontrábamos en mecánicas más elaboradas, mundos mejor construidos, encontrar secretos, y lograr partidas completadas al 100%; dejando más de lado aquella dificultad artificial, en la que no importaba cuando nos esforzáramos, siempre el juego acaba por superarnos.
¿Qué podemos concluir con esto? Que efectivamente, los videojuegos se han vuelto más fáciles, aunque no por las razones que algunos piensan, no porque la industria se haya vuelto perezosa, o por mediocridad o miedo a crear entregas con un alto grado de dificultad; sino porque ya no era rentable crear videojuegos difíciles para un público casual en crecimiento. Claro que este no es el único motivo. Desde luego siempre podemos encontrar jugadores “hardcore” que disfrutan de desafíos extremos, sin embargo, estos siempre serán solo una fracción del total de jugadores alrededor del mundo.
No importa en qué dificultad prefieras jugar, siempre nos será satisfactoria la primera victoria que logramos contra aquel jefe o nivel que nos parecía imposible. Si en algo podemos estar de acuerdo es que los videojuegos pueden enseñarnos algo acerca de perseverancia.